Barruntos de cambio
Tú eres más mis ojos porque ves
lo que en mis ojos llevo de tu vida.
Y así camino ciego de mí mismo
iluminado por mis ojos que arden
con el fuego de ti.
Carlos Pellicer
Francisco Velasco Zapata
Martha Strauss Neuman escribió en un ensayo que “para nadie es desconocido el hecho de que el gobierno de Victoriano Huerta (…) estuvo salpicado de problemas tanto en el interior como con las potencias extranjeras, especialmente con Estados Unidos (…) El gobierno "moralista" de Woodrow Wilson asumía que Huerta era el símbolo de todo lo malo en Latinoamérica, pues había llegado al poder no mediante elecciones, sino por la fuerza, destituyendo a un gobierno legal. Wilson llegó a la conclusión de que Huerta personalmente había autorizado la tragedia del 22 de febrero -asesinato de Madero y Pino Suárez, la nota aclaratoria es nuestra-. En el mes de mayo, el presidente le confió privadamente a un amigo: "No reconoceré un gobierno de carniceros" (…) “la lucha entre ambos gobernantes terminó con la renuncia de Huerta, tan sólo diecisiete meses después de haber asumido el poder. Ni la presión de los industriales americanos ni los amenazantes mensajes de su embajador en México, Henry Lane Wilson, ni el hecho de ver reconocido a Huerta por casi todo el mundo, cambió la posición wilsoniana.” (Cfr. “La mano extranjera en el gobierno y exilio de Victoriano Huerta, 1913- 1915” )
Muchos historiadores opinan que Huerta cayó por no haber logrado el reconocimiento americano, otros abogan que la lucha interna lo trajo abajo. Lo cierto es que desde ese tiempo y mucho más atrás todos los gobernantes en México y la mayor parte del “tercer mundo” han tenido que enfrentar el fantasma del presidente “sustituto” “interino” o “provisional”, el “golpe de Estado” y la consecuente “dictadura” en función del tiempo en que se aproximan a los supuestos jurídicos que están previstos en la Ley. En nuestro país, por ejemplo, la fracción XXVI del artículo 73 de la Carta Magna otorga al Congreso de la Unión la facultad de conceder licencia al Presidente de la República y para constituirse en Colegio Electoral y designar al ciudadano que deba sustituir al Presidente de la República , ya sea con el carácter de substituto, interino o provisional, en los términos de los artículos 84 y 85 de esta Constitución, en tanto que la fracción XXVII del artículo citado faculta al congreso para “aceptar la renuncia al cargo de Presidente de la República.”
Por ello es que tiene sentido el alboroto que se ha armado a raíz de la denuncia que recientemente hizo el Senador Beltrones por la presunta acción de espionaje y difamación a que estaría siendo sujeto por parte del “Régimen”. Asimismo, es de llamar la atención que varios personajes ligados a distintas corrientes políticas del país estén dando señales de “alerta” respecto al tema de un posible “presidente substituto” y que lo hagan además en libros y páginas Web, cuya circulación es restringida frente a la de cualquier medio masivo de comunicación, pero sirven de medio eficaz para documentar y alentar el “rumor” del cambio mientras nos vamos acercando al primero de diciembre de este año, fecha en la cual se estaría en los supuestos legales del último párrafo del articulo 84 constitucional que ordena que si llegase a ocurrir la falta de presidente en los cuatro últimos años del periodo respectivo, “si el Congreso de la Unión se encontrase en sesiones, designará al presidente substituto que deberá concluir el periodo; si el Congreso no estuviere reunido, la Comisión Permanente nombrará un presidente provisional y convocará al Congreso de la Unión a sesiones extraordinarias para que se erija en Colegio Electoral y haga la elección del presidente substituto.”
Como se puede apreciar el tema está relacionado con una facultad clara y exclusiva del Congreso de la Unión -del Poder Legislativo Federal- donde la opinión de todos los legisladores no es precisamente una afrenta contra la seguridad nacional, sino respecto a la seguridad y permanencia del grupo en el poder, por lo cual es entendible -hasta cierto punto- que los sistemas de vigilancia y espionaje pongan tanta atención a este sector de la clase política, aunque la tarea principal de estos cuerpos de “inteligencia” esté dejando de lado que los depositarios del poder tienen una enorme responsabilidad histórica en todos sus actos y frente a los ciudadanos. Son ellos quienes deben asumir los costos por sus faltas u omisiones so pena de ser prisioneros de los poderes fácticos, las trampas de la lógica del sistema político o de la carencia personal de habilidades para sortear los temporales. Los verdaderos políticos no descansan. Aún en sus tiempos de ocio hacen política y cuando la mayor parte de la gente está de vacaciones siguen haciendo política. En palabras de Max Weber: “no es lo mismo vivir de la política, que vivir para la política”. Porque la política es una actividad para la cual se nace, se vive, se respira y se transpira y se da la vida, aún en lo momentos de mayor riesgo y peligro para aquel que la realiza. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C.
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