UNA COLORADA (columna Internacional)
Generación de vívoras
Por: Lilia Cisneros Luján
Son más de dos mil años los que han transcurrido desde la crucifixión de Jesucristo, en la locura de un mundo atrapado en los excesos generalizados –uso de sustancias dañinas, desorden en el comer, conductas sexuales aberrantes, insensatez y dominio de los gobiernos y las empresas, consumismo irracional, acumulación de riqueza, etc.- sin que la humanidad haya comprendido, salvo las excepciones de rigor, el mensaje de redención pronunciado por un carpintero, al cual aun sus propios discípulos no entendieron a cabalidad. ¿Porqué le dieron la espalda los miles de alimentados con los panes y peces multiplicados? ¿Qué enmudeció a los leprosos sanados, los locos liberados de demonios y los muertos resucitados? ¿Por qué aun hoy la semana santa, solo se considera como un tiempo de turismo –desordenado incluso según nos muestran los llamados spring breakers- y en el mejor de los casos como repetición de rituales –ver Levítico capítulo 4- cuya esencia debió haber sido superada con su propio sacrificio? ¿A cuantos congéneres seguimos rechazando, persiguiendo y juzgando como en su época hicieron los influyentes con Jesús de Nazareth?
En la lectura de los evangelios y de la literatura histórica que da cuenta de la presencia de Jesús en el mundo, podemos observar una sociedad cuyos modelos estaban agotados. Los representantes del imperio –Poncio Pilato lo era de Tiberio César en Judea en el año décimo quinto- mataban a diestra y siniestra con la complicidad de los importantes nacionales –los tetrarcas de: Galilea con Herodes, Iturrea y la provincia de Traconite comandada por su hermano Felipe y la de Abilinia con Lisanías- de forma muy similar a lo que ocurre en Irak, Afganistán o México. La incertidumbre y la desconfianza popular fueron hábilmente utilizadas por políticos –y jerarcas religiosos de entonces- carentes de compromiso y sólo preocupados por mantener sus canonjías, en un intento de justificar la crucifixión de un hombre cuyo pecado el propio Pilato encontraba sin sustento aun después de escuchar acusaciones como "pervierte a la nación", alborota al pueblo". ¿Qué alianzas promovieron para darle a Barrabás –supuesto líder social- una legitimidad desconocida hasta antes del episodio que terminó con la vida del redentor? ¿Existe alguna similitud entre la multiplicidad de estímulos masivos de entonces y los que hoy se manejan?
En pleno sigo XXI, las iglesias –no solo las cristianas- siguen hablando ruindades, fabricando iniquidad, cometiendo impiedad, pronunciando escarnio, dejando vacía el alma hambrienta y quitando la bebida al sediento (Isaías 32), y lo hacen tramposamente, usando armas malas e intrigas inicuas para enredar a los simples y hablar en juicio contra el pobre. Todo esto se ha hecho con la complicidad –activa o pasiva como en el caso de Pilato- de gobiernos temerosos al compromiso, acostumbrados a juzgar quebrantando la ley, supuestos promotores de la libertad aunque inconscientes de su esclavitud a la corrupción, profesantes de un religiosismo vacuo, ritual y agresivo. Sepulcros blanqueados por fuera, aunque llenos de inmundicia por dentro, como en su época se lo señaló a los símiles de quienes hoy hacen figuras alegóricas de su imagen tan golpeada, sangrada, maltratada y humillada.
El Jesús que hoy es pretexto para pasear, buscar huevos de pascua y quemar judas, pronunció juicios terribles en contra de escribas y fariseos a quienes culpó de cerrar el reino de los cielos –ni entráis vosotros ni dejáis entrar- les llamó hipócritas, guías ciegos, insensatos, necios y responsables de usar mal el diezmo. Señaló su complicidad por el derramamiento de sangre de los profetas y su disposición para quebrantar la ley. ¿A cuantos políticos, empresarios y religiosos del sigo XXI podríamos adjudicarles estos calificativos? Frente a la búsqueda honesta de millones de personas que en el planeta deambulan buscando una mejor existencia –con empleo y satisfactores mínimos- ¿Dónde está el aprendizaje derivado de la vida y muerte de Cristo? ¿Encontraremos la redención en un modelo económico agotado e innequitativo en su propia esencia? ¿Las angustias de la gente sólo podrán terminarse después de la muerte? O como predicó Pablo, las aflicciones del tiempo presente y de la creación también alcanzarán a la dimensión de nuestros cuerpos, urgidos hoy mismo de alimentos suficientes y sanos, viviendas dignas, acceso al conocimiento y un mundo cuya armonía sea garante del futuro de nuestros hijos.
Misterios y anhelos en una raza humana confundida donde lo malo se pretende bueno y lo bueno se desprecia y es considerado ridículo y anticuado. Una realidad dominada por quienes siguen siendo acicalados por fuera pero llenos de huesos muertos en su interior; unos políticos y funcionarios incapaces de respetar la vida humana y otros que en el ámbito espiritual llegan a extremos como la pederastia; un planeta sometido a un proceso de destrucción, con habitantes tan o más sordos que los congéneres de Noe antes del diluvio, o los pobladores de Sodoma y Gomorra; y otros cuantos conscientes de que la continuidad de la vida de cada uno, de cada familia y de de cada grupo de la sociedad, está dentro y no afuera de la persona, mediante el amor, la tolerancia y el perdón a una humanidad incapaz de liberarse de los descendientes de la generación de víboras.
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