MEXICO.-La muerte hoy del ex dictador chileno Augusto Pinochet quedará para la historia como una ironía al coincidir en fecha con el Día de los Derechos Humanos, los mismos que a lo largo de su vida desconoció.
Un escueto comunicado emitido por el Hospital Militar de Santiago de Chile dio cuenta del deceso, a las 14:15 horas, tras sufrir una inesperada y grave descompensación en el propio centro, donde permanecía por un infarto de miocardio y un edema pulmonar.
El ex dictador de 91 años dejó dejó tras sí una estela de dolor y muerte, y a pesar de los innumerables procesos judiciales iniciados en su contra falleció sin pagar por ninguno de los cientos de crímenes que le son imputados.
Un día como hoy, pero de 1948, fue adoptada y proclamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 217 A (III), como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
También como un intento de sentar las bases del nuevo orden internacional que surgía tras el armisticio, reconociendo los derechos civiles y políticos, económicos y sociales, de dignidad humana, entre otros.
Para Pinochet, esos derechos eran pura retórica y durante su gobierno (1973-1990), adonde llegó tras un golpe de Estado contra el presidente electo Salvador Allende, se encargó de sembrar el miedo y el terror.
En su calidad de jefe de la Junta Militar de Gobierno, formada por él mismo en su condición de comandante en jefe del Ejército, asumió el poder, proscribió los partidos políticos y disolvió el Congreso.
Restringió los derechos civiles y políticos y ordenó la detención de los máximos líderes de la Unidad Popular, declarándola ilegal.
Consecuente con la violencia del golpe, una vez en el poder persiguió brutalmente a los partidarios del gobierno derrocado, a quienes consideró enemigos del Estado.
En consecuencia, introdujo como política la detención, tortura, asesinato, desaparición o exilio de todo aquel que estuviere involucrado con el gobierno de Allende, haciendo configurar el concepto de terrorismo de Estado.
La policía secreta, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) (1974-77), fue otra de las herramientas utilizada por la dictadura para asesinar al ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Allende, Orlando Letelier, el 21 de septiembre de 1976 en Washington.
Durante el gobierno de Pinochet se organizó la Operación Cóndor, un plan diseñado para propiciar la cooperación mutua entre organismos de espionaje de diferentes dictaduras militares de Latinoamérica, con la anuencia del gobierno de Estados Unidos.
Esos y otros desmanes detalla el informe Rettig, nombre con que se conoce en Chile al dictamen entregado en febrero de 1991 por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación sobre las violaciones a los derechos humanos acaecidas en Chile durante la dictadura militar.
El informe, que cubrió el periodo que va desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990, describe alrededor de tres mil casos de muertes o desapariciones, así como casi 30 mil detenidos y torturados bajo el régimen de Pinochet.
Viviana Díaz, dirigenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, indicó este domingo que los juicios por violaciones a los derechos humanos contra el ex dictador chileno y sus más cercanos colaboradores deben continuar.
Díaz reconoció que con su muerte Pinochet se lleva parte de la información a su tumba, pero alentó a no cejar en el intento de que se haga justicia en relación con los procesos judidiciales iniciados en su contra.
Mientras para unos la muerte sella la impunidad de Pinochet, para otros, como el abogado de los derechos humanos Hugo Gutiérrez, el ex dictador recibirá más temprano que tarde el justo castigo de la historia por sus crímenes.