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ESPECIAL: CAPOS MUERTOS...¿DESAPARECIDOS O ROBADOS?

Written By . on miércoles, octubre 10, 2012 | 2:36 p.m.

CAPOS MUERTOS: ¿DESAPARECIDOS O ROBADOS?

                                                                                    José SANCHEZ LOPEZ

Conforme magnifica el Gobierno Federal la neutralización de 25 de los 37 capos más buscados, surgen mayores dudas en cuanto a su real abatimiento pues en casos relevantes como los Amado Carrillo, Nacho Coronel, Nazario Moreno y ahora el de Heriberto Lazcano, entre otros, simplemente los cadáveres no aparecieron o "se los robaron".

 

Así lo consideraron destacados penalistas, ex comandantes federales, investigadores en activo y expertos en narcotráfico, quienes al ser entrevistados dijeron que las explicaciones oficiales respecto a la ausencia del cadáver de un narco de elevado nivel, resultan absurdas y sólo mueven a la incredulidad.

 

El reconocido penalista Héctor Segovia Tavera, catedrático de la Universidad de La Salle, rememoró el sonado caso de Amado Carrillo Fuentes, "El Señor de los Cielos" cuya supuesta muerte no convenció a nadie y dio detalles de algunos puntos por los cuales se estima que sólo se trató de un montaje como resultado de un acuerdo previo.

 

Hasta la fecha, pese a las dimensiones que ha alcanzado como "capi di ttuti capi", Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, el narcotraficante que alcanzó una jerarquía delincuencial superior fue "El Señor de los Cielos" e incluso se llegó a decir que era poseedor de valiosa información que perjudicaría a personajes del ámbito policíaco y político.

 

Se sabía que una de sus estrategias de Carrillo Fuentes, para no ser atrapado, era cambiar frecuentemente de fisonomía mediante cirugía plástica y eso fue, supuestamente lo que lo llevó a la tumba cuando estaba en la cima del narcotráfico mexicano.

En 1996, a petición de Estados Unidos, la PGR giró orden de arresto en contra de Carrillo Fuentes. Reportes de inteligencia indicaban que su imperio ya se extendía a Chile, Cuba y ya exploraba en Rusia.

 

Sin embargo la noche del cuatro de julio de 1997, los mismos servicios "inteligentes" informaron que había muerto durante una intervención quirúrgica en el hospital Santa Mónica", en el Distrito Federal, y la DEA, a miles de kilómetros de distancia, sin tener a la vista el cuerpo, fue la primera en validar la muerte de "El Señor de los Cielos".  

 

El cuerpo embalsamado de quien se dijo que era Carrillo Fuentes, fue llevado a la exclusiva funeraria "García López". Los medios abarrotaban el recinto mortuorio tomando gráficas de una "momia" que en nada se parecía al difunto Amado.

 

Cuatro meses después, los médicos Jaime Godoy Singh, Ricardo Reyes Rincón y Carlos Humberto Avila que habían intervenido a Carrillo Fuentes, aparecieron muertos, incinerados, dentro de unos tambos metálicos. La versión oficial fue que había sido una venganza por la muerte del capo, pero la extraoficial era de que los habían silenciado para que no hablaran.

 

Otro punto fue la repentina e inexplicable desaparición del comandante José Luis Rodríguez, (a) "El Chiquilín", de la desaparecida Policía Judicial del Distrito y adscrito a la Delegación de Xochimilco. Las investigaciones revelarían que por su parecido con Amado Carrillo, varias veces le había servido como "su doble". El agente desapareció a fines de junio y nunca más se le volvió a ver.

 

Uno más, a mediados de 1999, el periodista y escritor José Alfredo Andrade Bojórquez presentó su libro "Desde Navolato Vengo: Biografía de Amado Carrillo Fuentes", cuyo contenido remarcaba numerosas desapariciones de jefes policíacos, médicos y licenciados que habían sugerido que Amado Carrillo Fuentes no estaba muerto. El autor también desapareció en noviembre de ese mismo año y jamás se le ha vuelto a ver.

 

Por otra parte, comandantes de la desaparecida Policía Judicial Federal, entre quienes figuran Fidel Reina Carrasco, José Luis García Velasco y Juan Alberto García Urbina, abordaron el caso de quien fuera uno de sus principales hombres de confianza de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera: Ignacio "Nacho" Coronel Villarreal, muerto en julio de 2010.

 

"Nacho", en su momento uno de los líderes más poderosos del Cártel de Sinaloa o del Pacífico, murió a dos fuegos, en su residencia de Paseo de los Parques 1464, en el exclusivo fraccionamiento Colinas de San Javier, en Zapopan, Jalisco. El capo, inusualmente se encontraba solo y supuestamente armado.

 

Su cadáver, al igual que en el caso de Heriberto Lazcano, sólo fue visto en fotografía y también hubo discrepancias con la DEA que afirmó que Coronel Villarreal ya no era como lo describía la PGR: un hombre blanco, de cerca de 1.70 metros de estatura, barba cerrada perfectamente recortada y pelo negro, porque se había sometido a varias intervenciones de cirugía plástica.

 

Para los viejos investigadores, resulta inverosímil que alguien que evadió hábilmente a la justicia y a la muerte por más de 20 años fuera "cazado" en condiciones tan absurdas de desventaja y también el hecho de que pudiendo haber sido capturado con vida, los militares prefirieron matarlo, "lo que indica más una ejecución que un enfrentamiento".

 

El cuerpo no fue mostrado como tal, a la opinión pública, pero si a través de fotografías en las que supuestamente aparecía el capo, además de que  en contraposición a otros narcos de elevado nivel, no fue reclamado de inmediato y solamente se supo que su hermana había reclamado el cuerpo cuatro días después, pero tampoco hubo testimonios fehacientes de ello.

 

Otro caso singular, en opinión de los penalistas y criminólogos Juan Rendón Macías, Fabiola Guevara Téllez e Irma Gracia Ponce, fue el de Nazario Moreno González, alias "El Chayo"; creador y fundador de "La Familia Michoacana", muerto por las fuerzas federales el 11 de diciembre de 2010, en el estado de Michoacán.

 

Conforme a informes de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, "El Chayo" fue ubicado en una ceremonia religiosa que se llevaba a cabo en el municipio de Apatzingán, por lo que se dispuso un enorme operativo para su captura.

 

El aparatoso despliegue de las fuerzas armadas, alertó a los 550 sicarios, según la SSPF, que custodiaban a Nazario por lo que se suscitaron balaceras durante dos días, con saldo de 11 personas muertas, entre ellas un bebé de ocho meses, una adolescente de 17 años y cinco uniformados.

 

Entre los muertos, afirmarían las autoridades, estaba el guía espiritual y creador de "La Familia": Nazario Moreno González, pero su cadáver no pudo ser asegurado por la agresiva actitud de los hombres del capo.

 

En una versión por demás inaceptable, las autoridades afirman que durante una de las refriegas fue herido mortalmente "El Chayo" y cayó abatido en medio del campo de batalla.

 

La lógica indica que ese era el momento para asegurar el cuerpo y constatar que, efectivamente, se trataba del buscado Nazario Moreno, máximo jefe del grupo criminal michoacano, sin embargo, bajo argumentos pueriles, las autoridades señalaron que no pudieron tomar el cadáver del "Chayo".

 

Indican que como eran muchas pistoleros, cuando su jefe cayó, decenas de ellos se regresaron y pese a quedar a merced de la metralla de las fuerzas federales –en el lugar se recogieron más de 2 mil casquillos percutidos--, ninguno sicario más resultó herido y tuvieron todo el tiempo del mundo para recoger el cuerpo de su jefe y llevárselo a la sierra sin que nadie lo pudiera evitar.

 

El último de los casos de este tipo, fue el de Heriberto Lazcano, que permaneció en poder de las autoridades más de 12 horas, tiempo en el que le pudieron tomar fotografías, impresiones de sus huellas dactilares, practicarle la necropsia de ley e integrar la averiguación previa correspondiente.

 

Sin embargo, en todo ese tiempo, resulta que no supieron que habían matado nada más ni nada menos que al jefe máximo de "Los Zetas" en todo el país y por lo mismo no optaron por proteger el cuerpo, hasta que finalmente fue rescatado por sus hombres que no tuvieron que hacer un solo tiro para recuperar el cuerpo de su jefe y el de la escolta de éste.

 

Para los especialistas quedan muchas interrogantes, como el hecho de que si hubo una intensa balacera, con muertos y heridos, se aseguraron armas de muy alto calibre, incluso más letales y mortíferas que las del mismo Ejército Mexicano, ¿no era lógico suponer que no se trataba de un narco cualquiera, sino de algún capo de las drogas y por lo mismo, extremar las medidas de seguridad vigilancia?

 

Esos y muchos otros casos más, que por su irrelevancia pasan desapercibidos por la opinión pública, se suceden frecuentemente en la llamada "guerra contra las drogas" que cada día cobra mayor intensidad y pareciera no tener fin.

 

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